Pocas, poquísimas figuras históricas del siglo XX pueden presumir de seguir siendo un enigma después de casi 100 años. Todo nombre ilustre del siglo pasado cuenta con numerosas biografías y con estudios que lo han retratado casi al detalle. Solamente unos pocos permanecen instalados en el enigma y en la fascinación que provoca el hecho de que sus personalidades y sus contradicciones nunca hayan sido desveladas y entendidas completamente. Thomas Edward Lawrence es uno de estos nombres ilustres.
En una mañana de mayo de 1935, en Dorset (Inglaterra), un motociclista atravesaba a gran velocidad la campiña inglesa. En un recodo, se topó con unos jóvenes en bicicleta que venían de frente. Para no atropellarlos, hizo una maniobra brusca que le llevó a perder el control de su moto Brough Superior, y el motociclista salió despedido, hiriéndose de extrema gravedad al golpearse contra el suelo. Cuando le trasladaron al Hospital Militar de Bovington Camp, pudieron identificarle como un tal Shaw, recién licenciado del Ejército del Aire (la RAF) con rango de aircraftsman, el grado más bajo del cuerpo. Pero enseguida la atención del país se centró en este soldado corriente en estado crítico, porque pronto se supo que su verdadero nombre era Thomas Edward Lawrence, el héroe del desierto, el "rey sin corona de Arabia", la figura idealista y romántica que la Prensa y los documentales habían construido para subyugar al mundo entero. Shaw era el nombre que había adoptado cuando quiso huir de la publicidad, del pasado, de sí mismo, de todo y de todos. ¿Quién fue realmente T.E. Lawrence? ¿Por qué terminó sus días huyendo de sí mismo?.
UNA MENTE INQUIETA
T.E. Lawrence en brazos de su madre, a los pocos meses de vida |
Thomas Edward, que siempre prefirió firmar con las iniciales T.E. delante de su apellido, nació el 16 de agosto de 1888 en Tremadoc, un tranquilo pueblo del norte de Gales. Era el segundo hijo de una familia de cinco hermanos. Su padre, un baronet anglo-irlandés llamado Thomas Chapman, había adoptado el apellido Lawrence tras abandonar a su esposa para vivir con su antigua ama de llaves, Sarah Maden. T.E. fue el segundo hijo de esta unión ilegítima. La infancia de Thomas, o Ned, como le llamaba su familia, no tuvo nada de extraordinario. Aunque desde muy pronto empezó a dar muestras de una precocidad y una curiosidad intelectual que lo distinguían del resto de sus compañeros. Aun no había cumplido los diez años cuando empezó a interesarse por la historia medieval.
Alumnos del Jesus College de Oxford. Lawrence es el primero de pie comenzando desde la derecha. |
Tímido y luchador, anhelante de saber, inquieto, huidizo, misántropo. Todas estas facetas convivían en el joven T.E., cuya compleja personalidad no tardaría en mostrar su cara más enigmática y contradictoria. A los diecisiete años, durante unas vacaciones, viajó en bicicleta y a pie por Europa y Oriente Próximo. Después, Lawrence ingresó en el Jesus College de Oxford en 1907, donde estudiaría Historia Medieval. Auspiciado por los consejos del arqueólogo D.G. Hoggarth, orientó sus estudios hacia Oriente Medio, eligiendo para su tesis el tema de la arquitectura militar en las Cruzadas. Estudió árabe y en el verano de 1909 viajó a Siria, donde recorrió a pie todo el territorio desde Beirut a Haifa, y desde Acre hasta Alepo, viviendo según las costumbres árabes y documentándose para el trabajo que se convertiría en su tesis. En 1910 obtuvo la nota más alta de su licenciatura de la Honors School of History.
En las excavaciones de Karkemish, Siria, junto con su amigo Leonard Woolley (con salacot). |
Justo después y de nuevo gracias al arqueólogo D.G. Hoggarth, obtuvo una beca de viajes del Magdalen College, que a su vez le dio acceso a una expedición arqueológica al antiguo emplazamiento de la ciudad hitita de Karkemish, situada a orillas del Eúfrates. Trabajó allí entre 1911 y 1914, y dedicaba su tiempo libre a viajar por su cuenta y conocer a la gente del lugar. "Oriente me ha embriagado y esa embriaguez durará lo que yo", confesaba en una carta. Fueron años muy felices.
Durante su estancia en Siria, T.E. se sumergió en la cultura de Oriente Medio y aprendió diversas lenguas de la región. Fue entonces cuando comenzó a cultivar la idea de que Arabia debía librarse del dominio turco. Lawrence había llegado a sentir aversión hacia los turcos, que se habían convertido en los dueños de Siria, y también sentía antipatía hacia los alemanes, vecinos en Karkemish, y aliados de los turcos en lo que quedaba del Imperio Otomano.
El año en que estalló la Primera Guerra Mundial, 1914, Lawrence empezó a trabajar como empleado civil del Departamento Cartográfico de la Oficina de Guerra en Londres. En diciembre de ese año, fue asignado por el general Kitchener al Departamento de Inteligencia Militar de El Cairo. Como no abundaban expertos en asuntos árabes, Lawrence fue destinado a los servicios de inteligencia, dedicándose principalmente a interrogar a prisioneros, dibujar mapas, recibir y procesar datos de agentes y elaborar un manual sobre el Ejército turco. Durante un viaje a Arabia, se convenció de la oportunidad de introducir un método opcional para debilitar a los turcos: un proyecto de sublevación de las tribus árabes contra sus dominadores otomanos.
T.E. en el ejército. |
La Revolución Árabe estalló en 1916 en torno a las ciudades sagradas de La Meca y Medina. En octubre, Lawrence acompañó al diplomático sir Ronald Storrs en una misión a Arabia, donde Husayn ibn 'Ali, emir de La Meca, había declarado una sublevación contra los turcos. Se entrevistaron con los dos hijos del emir, Abdullah y Feisal, y fue éste último quien impresionó fuertemente a Lawrence, que le consideró el candidato perfecto para liderar la revuelta. En El Cairo, T.E. convenció a sus superiores para que apoyaran la rebelión con armas y oro. Y se incorporó al ejército de Feisal como oficial político y enlace.
Príncipe Feisal de La Meca |
Feisal, en el centro, acompañado por Lawrence (que mira al suelo) |
Lawrence en el desierto, con el campamento de Feisal al fondo. |
Lawrence no fue el único militar que se involucró en el incipiente alzamiento árabe, pero desde su pequeño rincón de la Península Arábiga, se convirtió en el cerebro de la sublevación, en su alma organizadora, en su enlace con El Cairo y en su técnico militar. En pocos meses consiguió crear un ejército disciplinado sobre la base de unas partidas de guerreros que hasta entonces no tenían ninguna disciplina ni táctica militar. Este ejército se convirtió en una organización guerrillera especializada en operaciones relámpago, en sabotaje de puentes y trenes de abastecimiento y en mantener inoperativa la vía férrea entre Damasco y Medina, impidiendo así la llegada de tropas de refuerzo del Ejército turco. Lawrence, quien empezó a ser conocido en todas las tribus de la región árabe de Hejaz (la que es bañada por el Mar Rojo) como "El Aurens" o simplemente "Aurens" debido la dificultad que tenían para pronunciar correctamente su nombre, pronto se ganó el apodo de "Príncipe Dinamita" entre los jeques, quienes fueron convencidos para unirse en la megalómana visión de una nación árabe unificada.
El ferrocarril del Hejaz, objetivo permanente de Lawrence |
El ejército de Feisal y Lawrence |
Lawrence, montado en su camella |
Tras una agotadora marcha de dos meses por el desierto, el importante puerto de Áqaba fue tomado por el ejército guerrillero de Lawrence, el 6 de julio de 1917, su primera victoria de renombre. En adelante, T.E. intentó coordinar los movimientos árabes con la campaña del general sir Edmund Allenby, que avanzaba hacia Jerusalén. En noviembre de ese año y en el transcurso de una misión de reconocimiento, cuando iba de incógnito y vistiendo a la usanza árabe, Lawrence fue capturado en Deraa, en la región de Hauran, tras las líneas turcas. Aunque los datos no son abundantes acerca de este episodio, lo que se sabe plenamente es que, bajo las órdenes del comandante de la guarnición turca de la ciudad, fue golpeado y azotado, y posteriormente violado. La experiencia le dejó cicatrices físicas y lesiones psicológicas de las que nunca se recuperó.
General Edmund Allenby |
Foto tomada por el propio T.E., durante el ataque a Aqaba |
Ejército de Feisal y Lawrence en Guweira, camino a Damasco |
Cuando Allenby tomó Jerusalén, Lawrence le acompañó en su desfile de la victoria, pero enseguida volvió a la organización de unas operaciones cada vez más exitosas con las que las fuerzas de Feisal se abrieron paso hacia el norte. Cuando el heterogéneo ejército árabe llegó a Damasco, en octubre de 1918, T.E. se encontraba física y emocionalmente exhausto: había forzado demasiado sus fuerzas espirituales y físicas. Regresó a Inglaterra poco antes del Armisticio por el que se ponía fin a la Primera Guerra Mundial, y en una audiencia real rechazó educadamente ante un atónito rey Jorge V, la Orden de Bath y la Orden del Servicio Distinguido.
|
No obstante, Lawrence siguió luchando políticamente unos pocos meses más. Así, en 1919 asistió a la Conferencia de Paz de París, vestido de árabe, para reclamar una patria libre para quienes habían luchado en las arenas del desierto contra los enemigos de los Aliados. No tuvo suerte, y el Tratado de Versalles ignoró completamente las reclamaciones de la delegación árabe.
LAWRENCE DE ARABIA
Si ya en vida, Lawrence llegó a fascinar a una nación entera y casi al mundo entero, como romántico héroe de guerra, fue sobre todo debido a un periodista y aventurero norteamericano llamado Lowell Thomas. Este personaje llegó a Europa con el fin de encontrar material susceptible de virar la opinión pública estadounidense a favor de la entrada en la Primera Guerra Mundial con los Aliados. A su llegada a Oriente Medio, encontró unas milicias árabes encabezadas por un misterioso oficial británico llamado T.E., un occidental de rostro alargado, ojos muy azules, fuerte mandíbula y finos labios. Thomas quedó fascinado por aquel "enigmático inglés de las tribus del desierto". En agosto de 1919, Thomas regresó a Estados Unidos y montó una serie de documentales que fueron exhibidos en los cines de Nueva York. Cuando la pantalla mostraba los pasajes de Oriente Medio, las salas se llenaban.
En Inglaterra, Thomas montó una presentación de sus documentales en Londres, en la Opera Real de Covent Garden, a la que asistieron el Rey Jorge V, el emir Feisal y el primer ministro David Lloyd George, quien aseguró a la prensa que "Lawrence es una de las figuras más notables y románticas de los tiempos modernos". Había nacido la leyenda de "Lawrence de Arabia", criatura del cine.
Lawrence y el periodista Lowell Thomas |
Pero el propio Lawrence no estaba a gusto siendo la primera superestrella mediática. Se mudó de Londres a la soledad de Oxford, donde se aisló de todos para seguir escribiendo sus exhaustivas y detalladas memorias de la sublevación árabe, que habían comenzado a ser escritas durante la Conferencia de Paz. Las titularía Los siete pilares de la sabiduría. En marzo de 1921, cuando ya iba por el tercer borrador de su relato, se dejó convencer por el Foreign Office (el Ministerio de Asuntos Exteriores inglés) para volver a Oriente Medio en calidad de asesor de asuntos árabes del ministro colonial, Winston Churchill. Durante esos meses, T.E. sufrió una fuerte depresión y los resultados de las negociaciones le causaron furia y frustración. La división de Tierra Santa efectuada por Francia e Inglaterra le reafirmó en su creencia de que había traicionado a sus amigos árabes.
Seguidamente, Lawrence rechazó todos los cargos gubernamentales que le ofrecieron en adelante, y en 1922 decidió alistarse en la RAF con el nombre falso de Ross, y en calidad de soldado raso de la Fuerza Aérea. Pero la prensa de Londres le localizó, y Lawrence se buscó otro destino. Gracias a la ayuda de un amigo, consiguió alistarse en el Cuerpo Real de Tanques con el nombre de T.E. Shaw (nombre que él decía haber elegido al azar, aunque se sabe que uno de sus mejores amigos tras la guerra fue el escritor y dramaturgo George Bernard Shaw). Destinado a Bovington Camp, Dorset, adquirió una casa en Cloud Hills, donde vivió el resto de su vida.
Cloud Hills, Moreton, Dorset. El hogar de Lawrence |
T.E., anónimo soldado en la RAF. |
Por fin, T.E. consiguió la tranquilidad que buscaba para acabar su libro. En Dorset casi nadie le molestaba, y podía dedicarse, en su tiempo libre, a recorrer los pueblecitos del condado a lomos de su motocicleta Brough Superior, que adoraba y que reparaba personalmente, añadiéndola incluso mejoras. Por fin, Los siete pilares de la sabiduría estuvo lista para su encuadernación a finales de 1926. Lawrence había dejado claro que había escrito aquella colosal y enorme autobiografía con el fin de tranquilizar su conciencia y para que existiera una crónica exhaustiva de la Revuelta Árabe. Con el fin de recuperar gastos, decidió aprobar una versión abreviada de su obra, que se titularía Revuelta en el desierto. Cuando salió la edición, en marzo de 1927, Lawrence se fue a la India, alejado de la publicidad que generaron ambas ediciones. En los últimos años, escribiría algunas obras más de menor importancia, como unas memorias ficticias de su estancia en la RAF, un ensayo sobre la guerra de guerrillas en el desierto, y varias traducciones, entre la que destaca una que realizó de La Odisea de Homero, que se publicó en 1932.
Lawrence pasó sus últimos años entre hidroaviones, aunque la alta jerarquía nunca le permitió volar. Moviéndose entre las bases del Canal de la Mancha y del Mar del Norte, se convirtió en líder carismático de las tropas de su entorno, bajo la identidad del aircraftsman Shaw, al tiempo que diseñaba versiones mejoradas de hidroaviones y gabarras de alta velocidad, para las cuales incluso escribió manuales técnicos.
T.E. en su moto favorita, una Brough Superior |
Los siete pilares de la sabiduría, en edición de lujo |
Licenciado de la RAF el 16 de febrero de 1935, Lawrence regresó a Cloud Hills, donde afrontó su nueva vida de jubilado entre el optimismo ante nuevos proyectos editoriales y cierta sensación de vacío. A Lady Astor, una vieja amiga, le confesó que andaba entreteniéndose con esto y lo otro, como si "hubiera algo roto en mi organismo... mi voluntad, creo". Tal vez en esos días habría podido por fin enterrar los fantasmas del trauma de Deraa.
La mañana del día 13 de mayo, T.E. se fue a recorrer los campos cercanos a su casa en su motocicleta. Volviendo ya a su casa, se topó tras una curva con dos jóvenes en bicicleta. Tratando de no atropellarlos, aunque golpeó levemente a uno de ellos, perdió el control de su moto, saliendo despedido de ella, y fracturándose el cráneo al golpear contra el suelo. Murió seis días más tarde en el hospital, sin haber recuperado la conciencia. Tenía 46 años. Después de una ceremonia religiosa a la que asistieron viejos amigos y compañeros, entre ellos muchos que habían luchado con él en el desierto, fue enterrado en el cementerio de Moreton. Es un lugar alejado y tranquilo, donde Lawrence descansa a la sombra de un cedro blanco. Winston Churchill le dedicó estas palabras: Usaba su traje árabe y con él se revelaba por completo la magnificencia de su continente. La gravedad de su porte, la precisión de sus opiniones, la categoría de su conversación: todo parecía realzado por el espléndido turbante y el atavío árabe. Lawrence pudo haber realizado el sueño juvenil de Napoleón de conquistar Oriente; pudo haber llegado a Constantinopla en 1919 o 1920, llevando pos de sí a muchas de las tribus de Asia Menor y Arabia. Poseyó en gran medida la versatilidad del genio. Fue sabio y soldado; arqueólogo y hombre de acción; perfecto literato y partidario de la causa árabe; mecánico y filósofo. Nunca volveremos a ver a nadie como él. Su nombre permanecerá en los anales de la guerra, su leyenda vivirá para siempre en las arenas de Arabia.
Tumba de T.E. en el cementerio de Moreton, condado de Dorset. |
Lawrence en el desierto |
Ese final inesperado elevó aun más, si cabe, la categoría de mito de T.E. Pocos podían aceptar que un hombre tan extraordinario muriese de esa forma tan corriente y ordinaria, y enseguida florecieron teorías de todo tipo: que una misteriosa limusina negra estaba cerca del lugar del accidente, que Lawrence tenía previsto entrevistarse con Hitler para hacerle entrar en razón, que en realidad fue un suicidio planificado por no poder superar sus traumas y sus frustraciones... Tantas teorías surgieron sobre su muerte como libros y biografías, a lo largo de todas las décadas posteriores. Una personalidad como la de Lawrence, compleja, esquiva y enigmática, es carne de cañón para biógrafos de toda calaña: desde acreditadas publicaciones como la del amigo personal de T.E. Robert Graves (autor de, entre otras, Yo, Claudio) hasta mil y una biografías donde se pone en tela de juicio los hechos conocidos de Lawrence, y los que él mismo narraba en Los siete pilares de la sabiduría. Libros que tratan de demostrar que Lawrence fue un espía al servicio de la Corona, que nunca quiso la independencia de los árabes y que los usó para sus propios beneficios, que fue un mentiroso y que durante la Revuelta Árabe no corrió ningún peligro ni hizo nada reseñable... Por no hablar del tema de su homosexualidad. Lawrence nunca se casó y nunca se le conoció ninguna relación con alguna dama inglesa, y eso siempre suscitó comentarios y debates ya en su propia época. Hay algunas pruebas poco concluyentes de relaciones con hombres, pero nada plenamente claro y probado. De hecho, y respecto a esta faceta de su personalidad, el mismo T.E. avivó el misterio con su dedicatoria de Los siete pilares de la sabiduría:
A S.A.
Te amaba, y por esa razón removí con mis manos aquellas mareas de hombres
y tracé con estrellas mi voluntad en el cielo,
para ganarte la libertad, la casa digna de ti, la casa de los siete pilares;
y que brillaran tus ojos, mirándome acaso,
cuando llegáramos. [...]
¿Quién fue "S.A."? La mayoría de expertos dice que era un joven árabe que conoció durante sus años en el desierto, otros, que fue una mujer también árabe. Como otros aspectos de su vida, es poco probable que se sepa nunca.
La figura de Lawrence permanece y permanecerá para siempre en las sombras de la ambigüedad, debido, especialmente, a lo muy ambiguo y misterioso que fue el propio Lawrence durante su vida. Siempre huidizo y cerrado en sí mismo, T.E. sólo se sintió plenamente él mismo durante su aventura en el desierto, compartiendo noches al aire libre en solitarios cañones rocosos y en medio de dunas interminables de arena, y en confidencias a la luz de las hogueras nocturnas con sus amigos árabes, o durante las marchas sin fin por el desierto. Quizá los propios beduinos árabes fueran los que mejor le conocieron, los que más le trataron, para los que "El Aurens" era alguien sin secretos, un líder guerrero al que seguir ciegamente.
Foto de Lawrence tomada a escasos meses antes de su muerte |
Si la figura de Lawrence ha llegado casi intacta en su atractivo y en su aura romántica y evocadora hasta nuestros días, se debe principalmente al cine. Como hemos visto, el propio Lawrence pudo comprobar cómo el cine, a través de los documentales de Lowell Thomas, le convirtió a él, un pequeño inglés rubio de ojos azules, en todo un guerrero romántico luchador de causas perdidas. La vida de T.E. siempre estuvo en mente de productores y gentes del cine para llevarla al celuloide en cuanto fuera posible. Tras muchos años, finalmente en 1961 el director inglés David Lean y el productor Sam Spiegel iniciaron el proyecto de filmar, de la forma más espectacular posible, Los siete pilares de la sabiduría. Tras barajarse infinidad de actores para el papel de T.E., se optó por un joven actor irlandés entonces desconocido, el recientemente fallecido Peter O'Toole, quien alcanzó el estrellato gracias a un talento inconmensurable que sorprendió a todos al reencarnarse, en toda su ambigüedad y dolor, en el mismísimo T.E. David Lean logró una adaptación muy fiel a los hechos históricos, con las lógicas licencias y cambios, y no sólo captó el sentido de vértigo y aventura que quizá sintió Lawrence al empezar su aventura, sino que utilizó el marco gigantesco del desierto árabe para trazar un estudio psicológico del personaje. No tiene por qué ser el retrato definitivo de Lawrence, sino que Lean, partiendo de los hechos conocidos y narrados por T.E. en su obra, intentó dar su propia versión (a través del majestuoso guión de Robert Bolt y Michael Wilson) del hombre, una versión que estudiaba los traumas que tiene que soportar un hombre corriente convertido en un dios y un mito viviente, y la pérdida de su identidad al querer dejar de ser inglés y convertirse en árabe, y al final quedar proscrito de ambos mundos. Lawrence de Arabia fue un éxito inmediato de crítica y público, ganó 7 Oscars en 1962, y fue el cenit de la carrera de Lean, quien a pesar de seguir realizando maravillosas películas, nunca llegó a igualar tal grado de calidad y de maestría. Aupadas también por la música de Maurice Jarre y la fotografía de Freddie Young, las imágenes del desierto no han vuelto a ser igualadas. 51 años después de avances tecnológicos, ningún director ha vuelto a captar el desierto en toda su majestad, su crudeza y su realismo como lo hizo Lean.
Sin embargo, y aunque la película de Lean y O'Toole es la que hoy en día más se recuerda y la que ha pasado a los anales de la Historia del Cine, existe otra producción más modesta pero igual de interesante acerca de otro de los episodios de la vida de Lawrence. En 1992 (curiosamente justo 30 años después de la película de David Lean), la televisión británica produjo Lawrence de Arabia. Un hombre peligroso. Esta producción televisiva podría calificarse como secuela de la obra maestra de Lean, ya que trata sobre la Conferencia de Paz de París, y los desvelos de Lawrence para que las reivindicaciones de los árabes fuesen escuchadas por las potencias occidentales. En esta ocasión, el entonces desconocido Ralph Fiennes dio vida a T.E., de una forma quizá menos espectacular que O'Toole, pero igualmente efectiva y sutil. Fiennes construye magníficamente un Lawrence ilusionado al principio al apoyar a Feisal en sus negociaciones interminables con los ingleses y los franceses; y progresivamente frustrado y cansado, además de ser marginado y odiado por sus superiores británicos, quienes le creían un traidor a su país por anteponer los intereses árabes por encima de los del Imperio. Fiennes también deja entrever el dolor y el recuerdo de los hechos sufridos en sus años de guerra, en un trauma latente que aun no ha superado y en cierta melancolía (al verse a sí mismo en los famosos documentales de Thomas) por las llanuras desérticas. Se trata de una producción televisiva exquisitamente ambientada y facturada, interesantísima por mostrar las negociaciones políticas y el fracaso de Lawrence en su utopía romántica. Aparte de Fiennes, aparecen actores más o menos conocidos, como Alexander Siddig (en el papel de Feisal), Paul Freeman o Polly Walker.
Peter O'Toole |
Ralph Fiennes |
A día de hoy, y a pesar de que cada año se publican nuevas y "reveladoras" biografías acerca de T.E., su figura siempre permanecerá inmaculada en la memoria colectiva como sinónimo de aventura, de héroe legendario, de épica. El cine contribuye decisivamente a esto, pero personalidades magnéticas como las de Thomas Edward Lawrence surgen de forma muy escasa en cada siglo. Lawrence forma ya parte de la historia del siglo XX, y el siglo XX, al menos en lo referente a la Primera Guerra Mundial, no puede entenderse sin figuras como la de Lawrence. Él mismo no buscó jamás este aura de mito, y en sus últimos años huyó machaconamente de la fama y el reconocimiento. Él sólo se buscó un destino acorde a su personalidad, a la personalidad que estuvo forjando toda su vida en bibliotecas, excavaciones, viajes, expediciones y correrías por todos los rincones de Oriente Medio. Ese destino le condujo a ser un líder para una causa tal vez utópica, pero en la que se volcó plenamente y sin reservas, dando hasta la última gota de su ser. Quizá él no quisiera reconocerlo, pero hombres grandes como él deben buscar grandes causas por las que luchar, y grandes proyectos que realizar. Aspiraciones sólo al alcance de dioses y de guerreros legendarios, cosa que el menudo y silencioso T.E. no era, lo que hizo que la carga de su propia leyenda en vida le supusiera el triple de peso sobre sus hombros. Quién sabe, a lo mejor eso es algo que aceptó sin dudar el primer día que vio amanecer en el desierto.
Todos los hombres sueñan, pero sus sueños no son los mismos. Los que viven sus sueños de noche, en los rincones polvorientos de su espíritu, se despiertan por la mañana, para descubrir que todo era vanidad. Pero los soñadores diurnos son hombres peligrosos, porque pueden poner sus sueños en marcha, con los ojos abiertos, para hacerlos posibles
(Extracto de Los siete pilares de la sabiduría, recitado por Ralph Fiennes mirando directamente a cámara en la primera escena de "Lawrence de Arabia. Un hombre peligroso")
Bibliografía
- TEJERO, Juan. Lawrence de Arabia. T&B Editores, Madrid, 2002.
Excelente monográfico Feisal, como siempre. Es curioso ver como una persona como Lawrence fue capaz de unificar a varias tribus árabes, como dices desorganizadas y casi sin ninguna instrucción militar, para hacer frente al poderoso aunque ya decadente ejército otomano.
ResponderEliminarMe sorprende esa faceta suya de explorador y, sobre todo, de arqueólogo, no lo olvidemos. Hizo una contribución muy notable en el yacimiento de Karkemish, aspecto que poco se tiene en cuenta por la mayoría de la gente. También entiendo su odio a los alemanes en este contexto; prácticamente tenían el monopolio de las excavaciones arqueológicas en Oriente Próximo y Mesopotamia, seguidos por franceses.
Por último, es realmente enigmática la carta a la que haces mención...¿Cuál es tu opinión?
Si por carta te refieres a la dedicatoria de "Los siete pilares de la sabiduría", pues creo que T.E. puso a propósito esas iniciales para que nadie salvo el interpelado (o interpelada) supiera a quién se estaba dirigiendo. Dudo que alguna vez se sepa quién era, aunque ya digo que algunos expertos han dicho que era un joven árabe. Este tema de la homosexualidad ahonda más en el enigma del personaje, porque si bien parece que hay numerosas pruebas o indicios de ello, digamos que siempre quedará en las sombras de lo incierto, nunca se podrá decir taxativamente y rotundamente que era homosexual.
ResponderEliminarDesde luego la vida de este hombre fue envidiable, además desde sus inicios: la oportunidad de recorrer Oriente Próximo con interés histórico-arqueológico en condiciones de relativa paz fue un privilegio que creo que no sé volverá a repetir en muchos años... otra época en la que aún primaba el conocimiento y las ganas de descubrir; los tiempos de Shackleton, Scott, Amundsen, Conrad, aventureros de libro, corazones inquietos, los últimos en gozar del (merecido) privilegio de llamarse viajeros "románticos", de la que, a mi juicio, es la forma más intensa de vivir. Un artículo emocionante. Ahora sólo me falta ver la película ;)
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado, es cierto que esa época de los exploradores y de gente valiente y esforzada ya no volverá, sólo nos quedan sus relatos y sus valiosos testimonios. Pues la película, cuando usted quiera y todos podamos, me encantará enseñártela xD
ResponderEliminar