El presente monográfico se va a centrar en un tema que ha llamado la atención tanto de filólogos como de historiadores con respecto al acerbo cultural de los pueblos indoeuropeos: el panteón indoeuropeo. Es uno de los aspectos más complejos a la hora de reconstruir la sociedad y, más concretamente, el pensamiento y la religiosidad de dichos pueblos. Para el artículo, dividido en varias partes, voy a utilizar como herramientas bibliográficas obras de diversos autores expertos en historia, religión y folclore europeos, con especial hincapié en George Dumézil, especialista en el particular, el cual se ha sumergido en los rincones más ocultos y ancestrales del pasado religioso indoeuropeo a través del concepto de la trifuncionalidad, concepto que veremos y explicaremos en su momento.
Dado el importante número de religiones y cultos entre los también numerosos pueblos indoeuropeos, he elegido a tres de los más destacables, por una parte a los pueblos indoiranios, cuyo panteón es en gran medida usado por Dumézil para intentar hacer una reconstrucción de la religiosidad originaria indoeuropea, por otra parte el archiconocido panteón grecolatino y, por último, el panteón germánico-escandinavo. A su vez, dada la cantidad de dioses que existen en estos panteones, he intentado hacer una selección de los que he considerado más importantes y fáciles de analizar gracias a la cuantiosa información que tenemos sobre ellos.
El objetivo de este monográfico es intentar comprender y analizar los puntos en común que unen a estas tres religiones indoeuropeas tan alejadas geográficamente pero tan relacionadas a nivel conceptual. Dicho esto a título introductorio pasemos a explicar quiénes eran los llamados pueblos indoeuropeos.
El objetivo de este monográfico es intentar comprender y analizar los puntos en común que unen a estas tres religiones indoeuropeas tan alejadas geográficamente pero tan relacionadas a nivel conceptual. Dicho esto a título introductorio pasemos a explicar quiénes eran los llamados pueblos indoeuropeos.
Bien, a estas alturas, seguro que os habréis preguntado quiénes son estos indoeuropeos que he nombrado anteriormente. La misma palabra, como podréis ver, hace referencia a dos entidades geográficas, por una parte India y por otra Europa. No os preocupéis, a medida que vayamos avanzando en el monográfico todas las dudas se os irán aclarando con respecto a este término.
Primeramente me gustaría que nos fijásemos en una palabra, una palabra muy común en nuestro idioma: “padre”. Ahora veamos cómo se escribe en distintos idiomas:
a) Latín: pater
b) Griego: pater
c) Alemán: vater
d) Inglés: father
e) Irlandés: tathair
Si os detenéis y observáis estos términos os daréis cuenta de que son en cierta manera semejantes, tanto en pronunciación como en escritura. Parece ser que hay una serie de sonidos o de letras que se repiten, algo hay en estas palabras que es a la vez familiar y a la vez enigmático. Efectivamente, se repite un sonido, ath/at.
Este ejemplo nos demuestra algo importante; muchos idiomas como el latín, el griego, el germánico, el celta, o incluso lenguas modernas como el castellano (procedente del latín) o el inglés y el alemán (procedentes del germánico) tienen una gran cantidad de palabras semejantes entre sí. ¿Esto que nos quiere decir? Lo que nos quiere decir este hecho es que en un pasado muy remoto, hace más de 5000 años debió de haber una lengua común, una lengua madre. Vayamos con otro ejemplo, “toro”:
a) Gótico (dialecto hablado por los godos, perteneciente al germánico): stiur.
b) Lituano (lengua también indoeuropea): tauras.
c) Griego: tâuros.
d) Latín: taurus.
e) Galo/celta: tarvos.
f) Ruso (lengua eslava, incluida dentro de las lenguas indoeuropeas): tur.
El interés por el origen de las diversas lenguas que se hablan en el mundo y el deseo de establecer los posibles parentescos que existen entre éstas se remonta, posiblemente, a los orígenes de la humanidad. El relato bíblico de la Torre de Babel no es otra cosa que la explicación de la diversidad lingüística a partir de la creencia mítica en la existencia de una primitiva lengua común; por otra parte, sabemos que los antiguos romanos ya eran conscientes de las múltiples semejanzas que existían entre su propia lengua y la de los griegos. Sin embargo estas ideas no adquirirían carácter científico hasta el siglo XVIII, gracias a la aparición y el desarrollo de lo que conocemos como Lingüística Histórica.
En esencia, esta rama del saber tiene como objetivo el análisis de la evolución y las modificaciones que experimentan las distintas lenguas a lo largo de su historia, observando al mismo tiempo las relaciones de parentesco o semejanzas que se pueden establecer entre ellas. Siguiendo este planteamiento, sería el filólogo inglés Sir William Jones el primero que se dedicaría al estudio del sánscrito, la lengua de la tradición literaria india, y quien señalaría su evidente semejanza con otras lenguas clásicas como el griego o el latín, tanto en sus raíces léxicas, como en su estructura gramatical. A partir de sus estudios Jones llegó a la conclusión de que las tres lenguas procedían de una antigua fuente común, posiblemente ya extinguida. Esta afirmación sentó las bases de lo que se denominó Gramática Comparada y despertó el entusiasmo de sus seguidores, quienes no tardaron en relacionar otras lenguas con este antiguo tronco común. En el siglo XIX, Franz Bopp y Rasmusch Christian Rask, señalarían como pertenecientes a esta misma familia otras lenguas tan dispares como el lituano, el eslavo, las lenguas nórdicas, el armenio, el celta y el albanés y emprenderían una labor cuya complejidad nos resulta aún hoy digna de admiración: la de comparar de forma sistemática el vocabulario y la gramática de todas estas lenguas formulando principios teóricos que justificaran su forma actual y que sirvieran al mismo tiempo para reconstruir el idioma común del que procedían.
Este idioma común ancestral recibió el nombre de Indogermánico o Indoeuropeo, un término que pretendía reflejar el espacio geográfico ocupado por los pueblos que habían empleado históricamente alguna lengua derivada de éste. Dicho idioma y la civilización unida a él habrían desaparecido sin dejar ningún rastro documental antes del 2000 a.C., ya que en esta fecha existen ya testimonios que demuestran una clara diferenciación entre las distintas ramas lingüísticas pertenecientes a esta familia. Pero ¿cuándo y dónde había surgido?
Bueno, como hemos visto, y resumiendo, parece ser, en función de los datos lingüísticos, que hubo una serie de pueblos denominados indoeuropeos, más o menos situados en el Cáucaso y en la actual Ucrania. Tras varios siglos se fragmentarían y con ello su lengua también y se irían distribuyendo por diferentes regiones del globo, tal y como aparece en la ilustración anterior.
Muy bien, los datos lingüísticos coinciden en este planteamiento, pero ¿y los datos arqueológicos? A este respecto existen dos teorías, las más notorias, que intentan ofrecernos un posible origen para los indoeuropeos, el denominado urheimat o cuna de los indoeuropeos. La primera de las hipótesis la plantea la arqueóloga, ya desaparecida, Marija Gimbutas. Dicha hipótesis sobre el urheimat protoindoeuropeo es denominada como “Hipótesis de los kurganes”; mediante la siguiente ilustración os lo explicaré:
Tal y como se observa en el dibujo se diferencian tres colores partiendo desde una región central en rosa. Bien, esta es la zona que propone Gimbutas para el urheimat, zona que estaría habitada por la cultura de los kurganes (el término kurgán proviene de la palabra rusa (de origen turco) que designa un enterramiento provisto de un túmulo, debajo del cual está la cámara funeraria, normalmente construida en madera. Este fue el método de enterramiento usado por muchos pueblos de las estepas euroasiáticas desde el IV milenio a. C.). A su vez dentro de esta cultura de los kurganes encontramos otras subculturas en función de lo que los datos arqueológicos nos ofrecen, como por ejemplo la Cultura de Maykop o la de Sredny Stog, pero bueno esto no nos interesa ahora, vayamos a cosas más generales.
Como decía, en esta zona al norte del Cáucaso tienen su cuna los indoeuropeos, según Gimbutas. Nos encontraríamos entonces hacia el 4500-4000 a.C. En esta etapa aparecería en la región un tipo de enterramiento en túmulo. Dichos enterramientos recibieron el nombre de kurganes, dado que en ruso túmulo se dice kurgan. En este periodo se detectan nuevos elementos arqueológicos muy interesantes: carros, carros muy prototípicos pero carros al fin y al cabo, enterrados en estos kurganes. No fallan, aparecen en la mayoría de los enterramientos. También encontramos estelas de piedra de deidades antropomórficas desconocidas. Hay que señalar que estas tumbas kurgan son tumbas de guerreros, tal y como se refleja en sus ajuares funerarios donde podemos encontrar hachas o dagas. Su sociedad sería patriarcal y bastante jerarquizada.
Siguiendo con el mapa, ahora pasemos a ver la zona roja. Esta zona correspondería a un periodo de expansión de estas culturas que comprendería desde el 3500 al 2500 a.C. Los elementos culturales de los que ya hemos hablado se irían extendiendo en función del movimiento expansivo de estas gentes. Y, como era lógico, llegó un momento en que pusieron sus pies en Europa.
Nos encontramos más o menos en el 3000-2500 a.C. Para entonces, esa especie de unidad entre los pueblos indoeuropeos (o proto-indoeuropeos, llamados así en su fase previa a su fragmentación) se ha roto. No obstante, muchas de sus características aún se mantienen como por ejemplo el uso del carro, los enterramientos de tipo kurgan, su sociedad jerarquizada y patriarcal, etc. Como decía, al llegar a Europa, algunos de estos pueblos entrarán en contacto con las poblaciones autóctonas neolíticas y calcolíticas (es decir, de la Edad del cobre) que allí se encontraban. Esto constituyó un proceso muy largo en el tiempo y que si veis el mapa correspondería a la parte anaranjada.
Al entrar en contacto las culturas extranjeras, es decir, las indoeuropeas, con las culturas pre-indoeuropeas de Europa, surgirían a su vez nuevas culturas, podríamos llamarlas culturas mixtas o culturas kurganizadas. Ejemplos: Cultura de Baden, Cultura de Cerámica Cordada, Cultura de Ánfora Globular, etc., cada una con sus características pero todas manteniendo un fuerte componente indoeuropeo. Más o menos se situarían en el centro y noreste de Europa.
Llegados al 2500-2000 a.C. la situación ha evolucionado: Las poblaciones kurganizadas se han extendido por la mayor parte de Europa (en la zona Asiática ocurre algo parecido). Ahora comenzamos a ver diferenciaciones más tangibles: se detecta un conjunto de protolenguas que van de la mano de estos movimientos poblacionales a los que me he ido refiriendo. Dichas protolenguas indoeuropeas serían el germen del futuro celta, del germano, del iranio, del hitita, etc.
A partir de este 2000 a.C. y hasta llegar al 1000-800 a.C. irán poco a poco surgiendo, según se vayan estableciendo definitivamente estos pueblos, civilizaciones con entidad propia y mejor definida: surgirá la cultura micénica a partir de los aqueos, los hititas harán su aparición en Anatolia, los celtas comienzan a surgir en centroeuropa hacia el 850 a.C., los primeros antecesores de los germanos harán lo propio en el norte de Europa, etc.
Marija Gimbutas veía la expansión de la cultura de los kurganes como una serie de invasiones militares, donde una nueva cultura guerrera se imponía a las pacíficas culturas matriarcales de la Vieja Europa, reemplazándolas por una sociedad guerrera patriarcal, en un proceso visible por la aparición de asentamientos fortificados y elevados, y por la presencia de tumbas de jefes guerreros. En sus últimos años de vida, Gimbutas aumentó enfáticamente la naturaleza violenta de esta transición desde el culto mediterráneo a la Diosa Madre, ejercido por las comunidades neolíticas europeas, a una sociedad patriarcal y al culto de un belicoso dios del trueno (Dyaus). Sin embargo, muchos estudiosos que aceptaban el escenario propuesto de las migraciones indoeuropeas, mantenían que la transición fue bastante más gradual y pacífica de lo que sugería Gimbutas. Las migraciones no fueron, con certeza, rápidas operaciones bélicas orquestadas, sino más bien la expansión de tribus y culturas inconexas a lo largo de muchas generaciones. El modo en que las nuevas culturas se impusieron a las indígenas (por asimilación pacífica o mediante la violencia) sigue siendo un punto controvertido entre los seguidores de la hipótesis de los kurganes.
En las antípodas de esta teoría está la de Colin Renfrew, un arqueólogo y prehistoriador inglés de gran fama pero también de gran controversia. Desarrolló la “Hipótesis Renfrew”, que sostiene que los protoindoeuropeos vivieron 2.000 años antes de lo que propone la Hipótesis de los kurganes, en el este de Anatolia (Turquía); desde allí se habrían expandido, por irradiación cultural y no por migración física, hacia Europa, difundiendo las conquistas de la Revolución agropecuaria del Neolítico. La hipótesis de Renfrew se opone a la hipótesis kurgánica de Marija Gimbutas. Es decir, lo que hace Renfrew es relacionar la expansión de los indoeuropeos con la expansión del Neolítico y la agricultura, remontándolo hacia el 6000 a.C. Sin embargo, para esas fechas se constatan cultos a la Diosa Madre en Anatolia, por lo que directamente esta teoría choca con la de Gimbutas.
Continuarémos en los próximos días con la segunda parte, donde nos adentraremos en los estudios de las religiones indoeuropeas y en la trifuncionalidad indoeuropea propuesta por George Dumézil. Hasta pronto :)
Keltos
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