viernes, 30 de mayo de 2014

Drogas y alcohol en la prehistoria europea.

Pintura macroesquemática de Pla de Petracos (Alicante)

En tiempos remotos, durante la prehistoria, la flora europea ofrecía numerosas especies de plantas y hongos con propiedades psicoactivas que podían alterar la percepción y modificar el estado anímico incluso hasta alcanzar un estado de trance: la adormidera o amapola del opio, el cáñamo, la efedra, la belladona, el beleño negro, la mandrágora, el estramonio, el cornezuelo y setas alucinógenas como la Psilocybe semilanceata o la Amanita muscaria. El alcohol también podía ser obtenido mediante la fermentación de azúcares presentes en ciertos productos y con la intervención de levaduras y algunos tipos de bacterias. Los testimonios más antiguos del uso de alcohol y drogas indican que la embriaguez es un hábito establecido desde hace mucho tiempo, cuyos orígenes se remontan a la prehistoria, sostiene la historiadora Elisa Guerra-Doce, de la Universidad de Valladolid, en un artículo recientemente publicado en la revista Journal of Archaeological Method and Theory. Sin embargo, el uso de productos que alteran la mente ha sido ignorado durante mucho tiempo, consciente o inconscientemente, por los arqueólogos dedicados a la prehistoria europea, agrega Guerra-Doce, autora Las drogas en la prehistoria: evidencias arqueológicas del consumo de sustancias psicoactivas en Europa. La mera identificación del uso de embriagantes en contextos arqueológicos no es el objetivo final de mi investigación. Mucho más relevante resulta explorar la significación cultural de esta práctica, aclara. Es decir, ¿con qué finalidad se consumían estas sustancias durante la prehistoria europea? ¿Para buscar el placer o para entrar en contacto con las fuerzas trascendentales de la naturaleza?

La autora examina una gran variedad de documentos que demuestran que los vegetales psicoactivos y las bebidas alcohólicas tenían una función sagrada entre las sociedades prehistóricas. No me parece casual que sean las tumbas de individuos destacados o los espacios ceremoniales restringidos los que cuenten con restos de alcohol y drogas. No descarto tajantemente que pudiera darse un consumo lúdico, pero es más difícil de rastrear arqueológicamente, explica Guerra-Doce a Historia National Geographic. En las grandes civilizaciones de la Antigüedad (Mesopotamia, Egipto y el mundo clásico) se comenzó a producir alcohol (cerveza y vino) a gran escala y se perdió así su condición de producto suntuario, su consumo dejó de ser elitista para extenderse a todos los sectores de la población. Dejó entonces de estar reservado a ceremonias destacadas (banquetes rituales, ceremonias funerarias, el simposium en el mundo griego) para consumirse por placer en cualquier ocasión y por cualquier individuo que pudiera permitírselo, añade. 

Para demostrar el uso ritual que tenían las sustancias psicoactivas en la prehistoria europea, Guerra-Doce enumera ejemplos procedentes de diferentes contextos arqueológicos europeos, buena parte de ellos de España. En un enterramiento en la cueva de los Murciélagos de Albuñol (Granada), por ejemplo, se hallaron cápsulas de adormidera junto a varios esqueletos con su ajuar funerario. Asimismo, los restos de una cápsula de adormidera fueron hallados en el cálculo dental perteneciente a un enterramiento masculino en las minas prehistóricas de Gavà (Barcelona). La excavación de un sitio ritual del Bronce Medio en Prats, Canillo (Andorra), sacó a la luz cinco potes que contenían residuos de cerveza, cápsulas carbonizadas de estramonio y productos lácteos. La autora también ha documentado las diferentes representaciones artísticas de estas sustancias en la prehistoria europea. En las pinturas murales en el abrigo de Sierra Pascuala, en Villar del Humo (Cuenca), se reconocen claramente unas setas que podrían ser alucinógenas, posiblemente de la especie Psilocybe hispanica. Estas sustancias fueron un medio para conectar con el mundo espiritual y, por tanto, desempeñaron un papel sagrado entre las sociedades prehistóricas en Europa y el derecho a hacer uso de ellas debió de estar regulado. No sorprende por tanto que la mayor parte de las evidencias procedan tanto de entierros de la élite como de sitios ceremoniales restringidos, indicando la posibilidad de que el consumo de productos alteradores de la mente pudiera estar socialmente controlado en Europa, concluye.

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