martes, 29 de abril de 2014

Los mayas. Una civilización selvática.

Busto del rey Pakal (600 – 683 d. C.), gobernante de Palenque (México).

En el interior de la selva tropical del sudeste de México y del norte de Centroamérica se encuentran las ruinas de una de las civilizaciones más espectaculares de América: la maya. Durante casi dos mil años los mayas construyeron cientos de ciudades impresionantes, desarrollaron complejos sistemas de escritura jeroglífica y calendarios, y crearon espectaculares obras de arte.

La publicación en la década de 1840 de Incidents of Travel in Yucatan and Central America de John Lloyd Stephens y Frederick Catherwood marcó el inicio de la larga fascinación de Occidente por la antigua civilización maya. Las imágenes de ruinas de ciudades y de esculturas rotas escondidas entre la vegetación de la selva capturaron la imaginación tanto de historiadores como de aficionados por igual, e iniciaron una era de exploración en la que se descubrieron numerosos yacimientos pertenecientes a los mayas. Durante más de un siglo, esta apasionante civilización fue objeto de una intensiva investigación arqueológica y epigráfica.


La región maya comprende el sudeste de México (los estados de Yucatán, Quintana Roo, Campeche, Chiapas y partes de Tabasco), Guatemala y Belice, así como la mitad oeste de Honduras y El Salvador. Las zonas costeras y de las tierras altas fueron las primeras que colonizó un pueblo maya a partir del 2.000 a.C. aproximadamente. Mil años después, las poblaciones sedentarias se habían establecido en el interior de las tierras bajas y ya en el 500 a.C. la población de las mismas había aumentado con rapidez y había desarrollado unos sistemas sociales y políticos más complejos. Algunos de los asentamientos más antiguos, como Nakbé y El Mirador, en el norte de Guatemala, crecieron de tamaño y aumentaron su influencia regional hasta convertirse en los primeros centros cívico-ceremoniales.
Máxima expansión de la civilización maya.

Cronología de la civilización maya.

En el 250 a.C. ya había surgido un nuevo orden social, basado en el carácter divino de la monarquía. Los soberanos mayas sostenían que mantenían vínculos con lo sobrenatural y que actuaban como intermediarios entre los dominios terrestres y los divinos. Consideraban que habían sido escogidos para mantener el orden natural y social, incluida la fertilidad de la tierra y los ciclos rítmicos del tiempo (medidos por un calendario solar, uno lunar, uno sagrado y otros), realizaban rituales de autosacrificio, incluida la ofrenda de sangre (la máxima ofrenda sagrada para los dioses) y presidían las ceremonias públicas. Los reyes y los nobles podían mantener su lujoso estilo de vida gracias a los tributos que pagaban los plebeyos.
Entre el 100 y el 200 d.C., por razones que se desconocen, muchos de los espectaculares centros que habían florecido durante el periodo Clásico Tardío, como El Mirador, de pronto entraron en declive, mientras que otros lugares sobrevivieron y prosperaron. Este fenómeno es, de hecho, un patrón común en la secuencia de la civilización maya. El declive de El Mirador dejó un vacío de poder que llevó a la aparición de dos de los estados mayas del periodo Clásico más poderosos: Tikal y Calakmul.

Tikal era una pequeña población agrícola hacia el 600 a.C. A finales del período Preclásico Tardío ya se había construido un importante complejo ceremonial cerca del extremo oeste del yacimiento. Diferentes inscripciones conservadas de un período posterior, que enumeran lo que parece ser una lista de una dinastía completa, sugieren que en el siglo I de nuestra era ya había una dinastía real perfectamente establecida. A principios del Clásico Temprano, Tikal empezó a expandir su influencia regional y a aprovecharse del vacío político y económico creado por el declive de El Mirador. Mediante conquistas, incorporó otros centros importantes a sus dominios, entre ellos Uaxactún, Naranjo y Río Azul. Los soberanos de la ciudad establecieron, gracias a una serie de matrimonios estratégicos, alianzas políticas con familias nobles de otras ciudades. Tikal controlaba también las redes comerciales de larga distancia, fuente de productos exóticos y prestigiosos, así como también de nuevas ideas e innovaciones culturales. Durante el período Clásico Temprano, varias prácticas culturales que se iniciaron en Tikal empezaron a difundirse por toda la región maya, entre ellas la fabricación de hermosas cerámicas polícromas, innovaciones arquitectónicas y la práctica de erigir estelas conmemorativas con un sinfín de relieves.
Cabe señalar que las evidencias arqueológicas indican que entre el 378 d.C. y el 550 d.C., aproximadamente Tikal recibió una gran influencia de Teotihuacán, la gran metrópoli del centro de México. Aunque la naturaleza de esta influencia todavía no está clara, varias pruebas sugieren que la expansión militar inicial de Tikal se llevó a cabo con la ayuda de Teotihuacán.

Con el aumento del poder y la influencia regional de Tikal, surgieron una serie de poderosas ciudades rivales. A mediados del siglo VI de nuestra era, la prosperidad económica de Tikal y su dominio político tocaron a su fin. Los vestigios epigráficos y arqueológicos indican que este proceso de declive se debió a la derrota militar en el 562 d.C. infligida por el lejano reino de Caracol, situado al este del actual Belice, que a su vez había recibido ayuda de un reino todavía más poderoso cuya capital era la ciudad de Calakmul, en el norte del actual estado de Campeche (México).
Tras esta derrota, los soberanos de Tikal durante casi un siglo no erigieron estelas ni patrocinaron importante proyectos de construcción. Su área de influencia también se redujo a causa de la rebelión de varios asentamientos. Muchos monumentos del período Clásico Temprano en Tikal y por toda la región de El Petén fueron parcialmente destruidos o profanados.

Estos sucesos provocaron una importante reorganización geopolítica en las tierras bajas, fruto de la cual surgieron otras ciudades que compitieron por el poder regional. No obstante, Tikal se recuperó y, aunque nunca recobró su posición de supremacía en el territorio maya, experimentó un espectacular renacimiento en el período Clásico Tardío, del año 682 d.C., con la ascensión al trono de Hasaw Chan K´awil, que inició un impresionante programa de construcción. Los edificios que se erigieron durante este período incluyen el templo I (el santuario funerario real), el templo II y el templo 33 en la acrópolis norte (el santuario funerario del padre del soberano). El complejo palaciego de la acrópolis central, la residencia real, fue ampliado. Todas estas estructuras conforman la gran plaza, que durante el período Clásico Tardío se convertiría en el centro de la ciudad. Las conquistas militares de Hasaw, en especial la derrota de Calakmul en el 695 d.C., ayudaron al renacimiento de Tikal.
Los sucesores de Hasaw continuaron con el imparable proceso de recuperación de la ciudad, que no obstante inició un declive progresivo hacia el 800. Las inscripciones del yacimiento cesan de forma abrupta en el año 869, en el que la ciudad y los alrededores fueron abandonados.

El Mirador

Durante el periodo Clásico (250-800 d.C.), florecieron cientos de centros ceremoniales mayas en las tierras bajas, como los ya mencionados Tikal y Calakmul, y muchos de ellos se convirtieron en capitales de poderosos reinos gobernados por reyes sagrados. A pesar del inmenso territorio que ocuparon los mayas, uno 324.000 kilómetros cuadrados, estas jefaturas nunca fueron unificadas bajo un único gobierno, rey o emperador. Por el contrario, el contexto político maya en el periodo Clásico comprendía reinos con varios grados de autonomía que competían entre sí por áreas de influencia y recursos.
Durante este período, los gobernantes mayas hicieron todo lo posible por documentar sus vidas y el destino de sus reinos. Los eventos históricos y mitológicos eran recogidos en jeroglíficos inscritos en diferentes soportes: monumentos monolíticos (estelas), relieves arquitectónicos, cerámica y objetos de jade, madera y hueso.

Tikal

Calakmul

En las tierras bajas, el Clásico Tardío fue en general un periodo de crecimiento de la población y de prosperidad, pero también estuvo marcado por los conflictos, con una competencia cada vez mayor entre las clases aristocráticas. Se fundaron numerosos pueblos y ciudades, algunas de las cuales alcanzaron grandes dimensiones. En este período también se realizaron las mejores obras de arte maya. Dentro de este contexto se sucedieron las luchas por la tierra, el agua, los alimentos y otros recursos limitados. Con el tiempo, el paisaje sufrió profundos cambios y en las tierras bajas mayas, centrales y meridionales siguió un período de importantes transformaciones sociales debidas a los frágiles sistemas sociopolíticos, la competencia entre las jefaturas, las guerras y la degradación del medio ambiente. Muchos aspectos de la cultura de la aristocracia del período Clásico no tuvieron continuidad y en la mayoría de los centros mayas de las tierras bajas se dejó de construir, hasta que fueron abandonados entre el 800 y el 900 d.C.


Mural maya del complejo de Bonampak, Chiapas (México).


Carlos Alberca


Bibliografía

  • CREMIN, Aedeen. Arqueología: Los yacimientos arqueológicos y los tesoros culturales más importantes del mundo, BLUME, Barcelona, 2013.

2 comentarios:

  1. Como siempre, un placer leer entradas tan documentadas y cuajadas de imágenes evocadoras como estas :) Muchas gracias!

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    1. A tí Nacho, por leerlas. Espero con ansias tu siguiente monográfico ;)

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