miércoles, 19 de marzo de 2014

666: el Número de la Bestia


En esta nueva entrada trataremos de aclarar el origen y significado del número 666, el conocido en la cultura popular como número de la bestia. La cifra aparece ya en el Antiguo Testamento en libros como el Éxodo o el Libro de Job, pero es en el Apocalipsis de San Juan donde se le asocia por primera vez con el concepto del Anticristo.


En el capítulo 12 se introduce la famosa batalla entre el Arcángel San Miguel, enviado por Dios, y el Dragón, que personifica al demonio (encontramos aquí una clara imagen simbólica de la lucha entre el Bien y el Mal). Después de una duro enfrentamiento, el Arcángel Miguel vence al Dragón, que es arrojado sobre la tierra, donde aparentemente muere. En el capítulo 13 aparece Juan sobre la arena de la playa, donde asiste atónito al nacimiento de la Bestia, que emerge del mar como reencarnación del Dragón. La Bestia simboliza al nuevo anticristo. Es en este capítulo, concretamente en el versículo final (18), donde aparece la alusión al número 666:

“¡Aquí está la sabiduría! Que el inteligente calcule la cifra de la Bestia; pues es la cifra de un hombre. Su cifra es 666.”

Antes de analizar el significado de un símbolo, es necesario situarlo en el contexto histórico y temporal en el cual se enmarca. Comúnmente se piensa que el autor del Apocalipsis es Juan el Evangelista, el mismo Juan que redactó el Cuarto Evangelio y algunas cartas incluidas también en el Nuevo Testamento (Juan I, Juan II y Juan III). Lo cierto es que en el Apocalipsis el autor tan sólo desvela su nombre de pila (Juan), y dice ser “discípulo de Jesucristo”, pero en ningún momento se relaciona explícitamente con la autoría del Evangelio. Investigaciones modernas [Hahn, 2001], revelan que, si bien existe la posibilidad de que el Apocalipsis no fuera escrito de puño y letra por Juan el Evangelista, sin duda tuvo que ser redactado por alguien muy cercano a él, quizás miembros de una comunidad de seguidores de la doctrina del apóstol. 


San Juan Evangelista. El Greco, 1609. Museo del Prado

Pero, ¿qué clase de libro es el Apocalipsis? Como su propio nombre indica, pertenece al llamado género apocalíptico, una forma de expresión literaria surgida en la cultura hebrea durante los siglos II y I a.C, y continuada por los primeros cristianos prácticamente hasta el año 313 d.C, momento en el que el emperador Constantino el Grande promulga la libertad de culto para todos los territorios del Imperio. Éste género se caracteriza por el uso de una terminología manifiestamente simbólica y metafórica prácticamente en cada palabra de su redacción, hasta el punto de ser tan sólo comprensible para unos pocos iniciados, lo que de alguna manera vetaba su contenido a todos los ajenos al movimiento cristiano. Además es un libro profético, más concretamente escatológico (la escatología es la parte de la religión que trata sobre el fin del mundo), y por esta razón aborda temas como el Juicio Final, la Jerusalén Celestial y la venida del Anticristo, al que Juan se refiere por medio de metáforas pertenecientes al imaginario mitológico (el Dragón, La Bestia), y también mediante símbolos puramente abstractos y numéricos; éste último es el caso del número 666, que, como no podía ser de otra forma, no fue elegido al azar. 

El tiempo en el que el autor escribió este libro (finales del s. I, principios del s. II) fue una época de persecuciones para los seguidores de Jesús, pues recordamos que la religión oficial del Imperio todavía era la pagana. La historia tiene como protagonista al emperador romano Nerón. Es bien sabido que Nerón (emperador de Roma desde el 54 d.C hasta el 68 d.C) fue el último emperador de la dinastía Julio-Claudia, calificada históricamente como la más sanguinaria y cruel de todas las que pasaron por los palacios imperiales de Roma. A ella pertenecieron Tiberio, Calígula o Claudio, recordados la mayoría de las veces por sus taras, sus excentricidades y sus abusos de poder. Por tanto, y puesto que Jesús muere bajo el gobierno de Tiberio, los primeros cristianos tuvieron que sufrir los inefables excesos de toda la saga Julio-Claudia al completo. Desde la muerte de Jesús (33 d.C aprox.), el crecimiento de sus seguidores había sido exponencial, hasta tal punto que los gobernantes les llegaron a considerar un problema serio para la estabilidad del Imperio, pues amenazaban con carcomer los propios cimientos de la identidad romana: la religión, y por ende, el emperador, considerado como un dios en la tierra. De ahí que los cristianos fueran declarados enemigos públicos de Roma y se les torturara y persiguiera como a verdaderos criminales. Se cuenta, por ejemplo, que el propio Calígula mandaba empalar en mástiles y cubrir de brea a los presos cristianos, para posteriormente prenderles fuego e iluminar así sus cenas en los jardines palatinos. 

Sin embargo, en virtud de algunos testimonios de la época (por ejemplo escritos apócrifos judíos como La Ascesción de Isaías o los Oráculos Sibilinos), de todos los emperadores antes mencionados, fue quizás Nerón el que más odio y temor despertó entre los primeros cristianos, llegando a personificarlo en los textos anteriormente citados como el mismísimo Anticristo por su desmesurada crueldad. 


Busto en mármol del emperador Nerón en su juventud

El Apocalipsis se hace eco de este sentimiento de odio hacia Nerón, pero como hemos comentado al inicio, por ser un libro simbólico y hermético, esta relación no se realiza de un modo explícito, si no por medio del un número: el 666. Pero, ¿de qué manera se relaciona la figura de Nerón con el número 666? La analogía en este caso es bastante simple si se mira desde el punto de vista de la cultura a la cual pertenecía el autor, esto es, la cultura hebrea. Teniendo en cuenta que el alfabeto hebreo carece de vocales (que se sustituyen por signos diacríticos, al igual que en la escritura árabe), el nombre de Nerón (al que se le añade el título de César, que equivale básicamente al de Imperator), quedaría escrito de la siguiente forma:

NRWN QSR

Para ser más precisos, habría que permutar el orden de las palabras, pues la escritura hebraica se realiza de derecha a izquierda:

QSR NRWN

que en alfabeto hebreo se escribiría de la siguiente forma:

ק ס ר נ ר ו נ



(qor sámaj resh nun resh waw nun)

Llegados a este punto, conviene aclarar un aspecto importante. Al igual que los romanos, los judíos no tenían un sistema numérico propiamente dicho, así que asignaban a cada letra de su alpha-bet un valor numérico (a esto se le llama Gematría, uno de los tipos de Cábala). Así, por ejemplo, la primera letra (aleph) tenía asignado el valor 1 (ó 1000, dependiendo de su papel en la palabra). Por tanto, la frase קסר נרונ (Nerón César), equivale a la siguiente serie numérica:

100 60 200 50 200 6 50

Cuya suma arroja el siguiente resultado:

100 + 60 + 200 + 50 + 200 + 6 + 50 = 666

Con lo cual llegamos a la conclusión de que el número 666 es el resultado de sumar la serie de números asociados a las letras hebraicas que constituyen la frase “Nerón César”.

Como puede imaginarse, ésta no es la única teoría al respecto, pero hoy en día sigue siendo la más aceptada por la mayoría de los Exégetas (especialistas en las Sagradas Escrituras). Además, recordando la frase original que aparece en el Apocalipsis:

“¡Aquí está la sabiduría! Que el inteligente calcule la cifra de la Bestia; pues ES LA CIFRA DE UN HOMBRE. Su cifra es 666.”

Vemos que en efecto la teoría respeta la cita textualmente, pues el número de La Bestia corresponde en la Cábala judía al de un hombre: el emperador Nerón.


Nacho del Val

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